CONCURSO RD.COM

CUENTO

" EL TRICICLO DE SANDRA"

Una vez, una niña llamada Sandra salió de su casa con el triciclo. En la parte de atrás llevaba un pequeño cestillo para meter cosas. Allí llevaba un ovillo de lana y un ganchillo. Su abuelita había metido el gusanillo de las labores a aquella niña pizpireta de ojos grandes y nariz respingona. Realmente sólo sabía hacer la cadeneta, pero a ella le encantaba. Había ido evolucionando un sistema para hacer ganchillo a la vez que montaba en triciclo, de tal forma que sólo tenía que ir echando pequeñas miraditas para no atropellar a nadie, ni que la atropellasen a ella. Consistía en soltar las dos manos del manillar. Para que el ovillo no saliese rodando a la primera de cambio había diseñado una tapa hecha con el cartón de aquellas galletas que tanto le gustaba comer en el desayuno, de tal forma que el ovillo pudiese rodar por el cestillo sin llegar a salirse ya que eso supondría todo un inconveniente.
Así que una vez se hubo puesto un gorrito (una monada, por cierto) salió dispuesta a hacer la cadeneta más larga que jamás hubiese hecho nadie. Su sueño era aparecer en el libro Guinness de los Records en la categoría de persona más joven en hacer la cadeneta más larga del mundo mientras montaba en triciclo.
Así que pedaleo tras pedaleo comenzó su andadura por las calles del barrio, pffpff, las pedaladas eran cada vez más rápidas, pffpffpffpffpff sonaba su triciclo a toda velocidad cuando llegaba a alguna calle cuesta abajo. La cadeneta seguía creciendo y creciendo a gran velocidad, mientras ella cada vez estaba más cansada pero a la vez más contenta. Sigue, sigue, se decía a sí misma. Tú lo conseguirás.
En estas estaba nuestra joven Sandra cuando de repente notó un pequeño tirón en su triciclo que la empujó hacia atrás, lo cual, lógicamente, la hizo detener su marcha. Cual fue su sorpresa al ver cómo una inmensa hilera de diminutas hormiguitas intentaba llevarse su fantástica cadeneta para abrigarse durante el invierno en su frío y húmedo hormiguero.

FIN